Este cuento nos recuerda que incluso en los momentos más fríos y difíciles, la música puede ser un bálsamo para el alma. La Navidad nos invita a compartir la alegría y la bondad, y la naturaleza, con su belleza simple, puede ser una fuente de paz y esperanza.
Minilibro La canción de la mañana helada
Era una mañana de Navidad, tan fría que hasta el viento se congelaba. El Sol, aún dormido, se escondía detrás de una montaña de nubes grises. En el bosque, un zorro llamado Félix se sentía triste. La nieve cubría todo a su alrededor, y no encontraba nada para comer. Félix caminaba con la cabeza gacha, suspirando. De pronto, sintió un escalofrío. Un escalofrío que no venía del frío, sino de un sentimiento extraño. Se había puesto a cantar una canción. Era una melodía triste, tan triste como su corazón. Al principio, Félix se avergonzó. Pero luego, al escuchar su propia canción, algo cambió dentro de él. La tristeza se fue haciendo más suave, como la nieve que se derrite bajo el Sol. Su voz, que antes era un susurro, se hizo más fuerte. Con cada nota, Félix sentía la calidez de la Navidad invadirlo. El frío ya no era tan intenso, y el bosque, antes tan solitario, ahora le parecía acogedor. Suspiró, pero esta vez, no era un suspiro de tristeza, sino de paz. Félix caminó durante un rato, cantando, y, cuando se detuvo, se encontró con un pequeño árbol de Navidad decorado con piñas y bayas rojas. Parecía estar esperando a que alguien lo admirara. Félix sonrió, sintiendo la magia de la Navidad en su corazón. ¿Por qué Félix estaba triste? ¿Qué pasó cuando Félix cantó su canción? ¿Qué encontró Félix al final de su camino? ¿Cómo te hace sentir la canción de Félix? Este cuento nos recuerda que incluso en los momentos más fríos y difíciles, la música puede ser un bálsamo para el alma. La Navidad nos invita a compartir la alegría y la bondad, y la naturaleza, con su belleza simple, puede ser una fuente de paz y esperanza.
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