Minilibro El volcán de Sofía
Sofía estaba furiosa. Su hermanito, Teo, había tirado su dibujo de un elefante rosa sobre un charco de barro. ¡Era su obra maestra! Sofía se puso roja como un tomate y su cuerpo temblaba de rabia. Le gritó a Teo, le tiró un cojín y hasta le hizo una mueca con la lengua. Pero Teo, que no entendía por qué Sofía estaba tan enfadada, se puso a llorar. Sofía se sintió aún peor. Le dolía ver a Teo triste, pero la rabia seguía ahí, como un volcán a punto de erupcionar. De pronto, Sofía escuchó un ruido. Era su gatito, Mimí, maullando con tristeza. Sofía se acercó a él y vio que estaba atrapado en un árbol. Mimí lloraba y arañaba la corteza del árbol con sus patitas. Sofía olvidó su enojo por completo. Subió al árbol con cuidado, le extendió la mano a Mimí y lo sacó con delicadeza. Mimí la lamió en la cara como agradecimiento. Sofía se dio cuenta de que ayudar a Mimí la había hecho sentir mejor. Se acercó a Teo y le dio un abrazo. Le explicó que su dibujo se podía volver a hacer, pero que era importante no enojarse tanto. Teo sonrió y Sofía también. Ambos se pusieron a jugar con los bloques de colores, riendo y construyendo torres altísimas. Sofía aprendió que enfadarse no resolvía nada, pero ayudar a los demás la llenaba de felicidad. ¿Te ha pasado alguna vez que te has enfadado mucho? ¿Qué hiciste para que se te pasara la rabia? ¿Qué te hizo sentir mejor cuando te enfadaste? ¿Qué otras formas hay de resolver un problema, aparte de enfadarse? ¿Qué te gustaría hacer cuando te enfadas? ¿Qué crees que aprendió Sofía en esta historia? ¿Crees que la rabia siempre es mala? ¿Cómo te has sentido tú al leer esta historia?
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